lunes, 6 de junio de 2011

Cosas de la Vida y cosas de la Muerte

“Muy cierto es: de verdad nos vamos, de verdad nos vamos.
Dejamos las flores y los cantos y la tierra.
¡Es verdad que nos vamos, es verdad que nos vamos!
¿A dónde vamos, a dónde vamos?
¿Estamos allá muertos, o vivimos aún?
¿Otra vez viene allí el existir?
¿Otra vez a gozar del dador de la vida?”

Cantares Mexicanos
Poesía Náhuatl, S. XVI.


El gran misterio de la muerte y la incertidumbre eterna de lo que le sigue a ésta, camina de la mano a ese otro gran enigma que tampoco terminamos nunca de descifrar: el de nuestra propia existencia.

En todas las artes, esta permanente búsqueda de respuestas y consuelo a lo largo de la historia, nos ha legado una vasta colección de interpretaciones acerca del final y las vicisitudes del propio vivir. Nosotros, en nuestro pasado prehispánico, encontramos los primeros referentes a estos temas.

Así, desde los códices nahuas con sus minuciosas descripciones gráficas de los rituales y lugares hacía donde marchaban los muertos, pasando por el trabajo fundamental de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, hasta la posterior creación del Taller de Gráfica Popular, fundado por Leopoldo Méndez en 1937. Pareciera que la muerte y lo que la rodea forma parte inherente de nuestra naturaleza.

Sergio y Alejandro Santamaría, herederos directos de este universo plástico, reafirman y recrean esta tradición. Cada incisión, cada corte sobre la placa evoca sin duda otros tiempos. Sin embargo, ambos artistas más allá de la nostalgia logran a través de la originalidad de sus trazos y sus habilidades técnicas, un planteamiento actual que recupera y propone nuevas direcciones. Ayudándonos con su obra a recuperar cada suspiro, hendidura, palabra o gesto, que sostienen nuestro mundo particular.

La obra de Sergio y Alejandro, es sin duda, una metáfora sobre la celebración de la vida. El rescate de las horas -una a una- frente a la rutina. Asimismo es una invitación a abandonar cada uno nuestras certezas, y comenzar a caminar hacia nuestras propias luces y sombras con resolución y exigencia frente a la realidad que nos rodea. Pero es también, un certero obituario sobre la pérdida, el paso del tiempo y el sentido último de la vida y la muerte.

Fernando León Castro.
3/VI/2011.

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